Susanoo
Susanoo, nacido del rostro de Izanagi, más específicamente de su nariz, es el Kami del mar y de las tormentas. La mitología cuenta que este es uno de tres dioses japoneses, que nació de la nariz de su padre cuando este se dio un baño para purificarse después de ir a la tierra de los muertos donde intentó rescatar a su amada Izanami.
Con un carácter agresivo y belicoso desde bien pequeño, cuando Izanagi repartió su reino entre sus tres descendientes, a Susanoo le tocó hacerse cargo del mar y la tierra, hecho que le enfureció. Temiendo una represalia por parte de su padre, Susanoo esperó al fallecimiento del patriarca para poder enfrentarse a su hermana y arrebatarle el dominio de los cielos.
Pero la lucha entre ambos no salió como Susanoo esperaba. Para que ninguno de los dos recibiese heridas o corriese peligro, retó a su hermana Amateratsu a ver quien podía crear más dioses menores, desafío que Susanoo perdió al utilizar el collar de su hermana para engendrar cinco dioses menores. Dado que había utilizado parte del poder de su hermana, la creación de Susanoo no tenía valor por sí misma, siendo justamente derrotado. Ante este hecho, y presa de su carácter, Susanoo destruyó el hogar de su hermana y descuartizó a su montura celestial, haciendo que Amateratsu se refugiase en una oscura cueva afligida por la pérdida de su caballo.
Por sus actos irreflexivos y brutales, Susanoo fue llevado ante el Consejo de los 800 Dioses, quienes decidieron que sería expulsado de los cielos y exiliado a la región de Izumo, donde moraba una terrible serpiente de ocho cabezas y ocho colas llamada Yamata-no-Orochi.
Cuando Susanoo llegó a Izumo, conoció a un hombre que había perdido a 7 de sus 8 hijas en las fauces de la serpiente, siendo la bella Kushinada-hime la única superviviente, aunque sabía que la serpiente volvería a por ella. Susanoo decidió ayudar al afligido padre a conservar a su última hija, así que ideó un plan para acabar con la serpiente, construyendo 8 puertas (una por cada cabeza) y escondiendo tras cada una de ellas un gran barril de sake. La serpiente cayó en el engaño y cuando estaba completamente ebria, Susanoo fue cortando una a una las cabezas de la bestia, en una de las cuales halló una hermosa espada a la que llamó Kusanagi.
Gracias a su ayuda y a que entregó la espada a su hermana a modo de disculpa, Susanoo pudo finalmente volver al reino celestial.
EL SAKE
El sake suele beberse como parte de rituales de purificación sintoístas. Hoy en día se abren barriles de sake durante festivales y ceremonias sintoístas o luego de victorias deportivas. Este sake, llamado iwai-zake, (literalmente «sake de celebración»), es servido libremente a todos para repartir la buena fortuna. El sake se sirve asimismo junto a las comidas livianas que acompañan algunas ceremonias del té .
En Año Nuevo los japoneses beben un sake especial llamado toso (屠蘇). El toso es similar al iwai-zake. Se prepara remojando tososan (屠蘇散), un polvo medicinal chino, en el sake. Hasta los niños prueban un poco. En algunas regiones los primeros sorbos de toso se toman según la edad, desde los más jóvenes a los más ancianos.
El sake tiene una estrecha relación con la religión sintoísta, la religión nativa de Japón. En sus orígenes, el sake era la bebida que la gente ofrecía a las deidades para agradecer o rogar buenas cosechas, salud, etc. y de ahí la gente pasó a beberlo en distintas ceremonias para entrar en comunión con los dioses, algo que sigue vigente en la actualidad. En la ceremonia sintoísta del matrimonio, por poner un ejemplo, los novios comparten sake ofrecido a las deidades sintoístas para conseguir su favor y formar la unión y el sake está presente en la gran mayoría de festivales sintoístas.
SINTOÍSMO
La estrecha relación entre el sake y el sintoísmo se puede ver fácilmente en la entrada de muchos santuarios de Japón, donde es común ver una colección de barriles de sake de distintas fábricas, así como en la entrada de muchas fábricas de sake, de las que cuelga una gran y pesada cuerda shimenawa que en la religión sintoísta simboliza una especie de barrera que niega la entrada a los malos espíritus y marca la entrada a un mundo sagrado, en este caso, el interior de la fábrica de sake.
También es curioso ver como, todavía hoy en día, hay pequeños altares sintoístas en el interior de fábricas de sake, ante los que los trabajadores rezan antes de comenzar la jornada, solicitando así el favor de los dioses para conseguir un sake (que ofrecerles) de buena calidad.
Los sacerdotes sintoístas se reconocen por sus gorros negros y largos vestidos blancos y deben «conocer los rituales que controlan las fuerzas sobrenaturales».
El sintoísmo no tiene fundador, no tiene ningún dogma, ni un código moral. Esta creencia no establece una clara separación entre lo sagrado y lo profano. No es una religión altamente codificada ni con teorías, tampoco pretende explicar el mundo. El Kojiki («Notas sobre hechos antiguos»), narra los orígenes mitológicos de Japón y es una de las piedras angulares del sintoísmo. Este texto antiguo escrito en el año 712 habla de religión e historia del país y cuenta la ascendencia divina del emperador.
En las entradas de los edificios se suele colocar una cuerda sagrada (la shimenawa) que, según el culto sintoísta, encarna la pureza del lugar y lo protege. En una ceremonia de boda sintoísta, la pareja solemnemente bebe sake, una bebida celestial, en tres copas de laca roja que se intercambian tres veces para sellar su unión. El vino de arroz también es depositado y ofrecido a los kami en los santuarios sintoístas, caracterizados por su portal sagrado (torii).
En los santuarios sintoístas, los fieles se lavan las manos y se enjuagan la boca con agua usando un cucharón de madera antes de rezar inclinándose con las manos a la altura de la cara. El agua que fluye también es un elemento clave de esta religión. Antes de sumergirse en el baño o en las aguas termales es necesario purificarse ritualmente, lo cual muestra la importancia de siempre estar limpio y purificado.
Entre la cultura japonesa, nos podemos encontrar que su mitología es realmente grande, teniendo una cantidad de 800.000 deidades. Dichas deidades de Asia, ayudaron a sentar lo que se conoce hoy en día como el Shintoísmo o Shintô, lo que terminaría siendo la segunda religión más influyente de dicho país.